
Cuando nos instalamos en la queja, perdemos el tiempo lamentándonos en lugar de poder estar construyendo un mundo mejor. Aprender a ver las diferentes situaciones de la vida con una óptica constructiva es el primer paso para madurar y ser feliz.
¿Conocen la historia de los gemelos dispares? Uno de ellos era un pesimista terrible, un infeliz. El otro, el optimista perfecto, uno que siempre hallaba razones para estar contento. Los padres estaban muy preocupados por esas diferencias en sus hijos. Caracteres tan extremos les parecían una insensatez. Por lo tanto, en el siguiente cumpleaños de los gemelos, idearon un plan para equilibrar sus formas de ser.
Llenaron la habitación del pesimista con juguetes nuevos, tantos y tan variados como pudieron, y llenaron la habitación del optimista con bosta de caballo. La mañana del cumpleaños, miraron en la habitación del pesimista mientras se despertaba. El niño examinó los juguetes uno por uno y, luego, se echó a llorar.
-Estos juguetes son horribles!! El vecino tiene juguetes mucho mejores!!
Los padres se marcharon cabizbajos. Miraron en la habitación del hijo optimista, que ya había despertado. El niño estaba sentado sobre la bosta, riendo y batiendo palmas contentisimo:
-Ja ja ja..No me van a engañar. Si hay bosta, tiene que haber un caballo tambien!
Evidentemente, la historia es exagerada. Pero, aun asi, todos conocemos a personas que encajan en la imagen del optimista o del pesimista y, a menudo, podemos predecir sus reacciones ante una noticia, buena o mala.
¿Podemos hacer los mismo con nosotros mismos?
¿Somos buenos jueces de nuestro caracter?
¿Hasta que punto valoramos lo que tenemos y hasta que punto nos quejamos injustificadamente?
No hay comentarios:
Publicar un comentario